El pasado sábado, en el camino de vuelta de una larga excursión con mis amigos, veníamos hablando del caso de la niña Aitana, en aquel preciso instante, maltratada, que no violada ni vejada como se decía el día antes. Hablábamos que bueno....un asesinato así no tenía perdón ni humano ni divino y que aquel infame asesino de nombre Diego se pudriera en la cárcel por los resto de los tiempos.
Comentaba yo que no era la primera vez que padres o parientes hacían tal atropello y que se había visto, leído y comentado que hasta alguna madre en un incomprensible ataque de nervios había asesinado a uno, cuando no a todos sus hijos.
Comentarios, charlas, valoraciones, juicios, sentimientos, nudos en el estómago, asco....todo eso generó la noticia casi instantánea que empezó con un caso de violación a a una niña de 3 años, que luego quedó en malos tratos, para finalmente ser la terrible y lamentable cadena de accidentes desde que cayó desde un columpio hasta las incompetentes (o no) manos del médico que la atendió en primera instancia.
Diego, el padrastro de la niña ha pasado por un calvario que supongo que pocos, muy pocos nos atrevemos a imaginar. Al dolor de la pérdida de un ser querido, a la impotencia de ver como se le linchaba por unos delitos terribles que en aquel momento, sólo el y su novia sabían que no había cometido. Sin duda es terrible hasta
donde alcanza esa palabra, el sufrimiento que ha debido tener este chico.
Por fortuna para él y para todos, la desgraciada muerte de la niña y las informaciones que surgieron de ellas, mostraron mil y un errores que salieron a la luz pública en un plazo corto de días, haciendo que el terrible calvario de este chico y su familia no fuera más allá de lo que ha sido.
Después de ver, leer, oír, juzgar, satanizar, comprender, entristecerse y todas las sensaciones y pensamientos que este caso nos ha traído, cabe parar un poco a reflexionar sobre todo lo que ha pasado, en el mundo que vivimos y como procesamos el río de información que llega a nuestros sentidos, muchas veces sin filtro de responsabilidad ni sensatez alguna.
Ahora el linchamiento es hacia los médicos, hacia los policías, hacia las enfermeras, los periodistas,los ciudadanos. En fin, que se sigue a la búsqueda de uno o más culpables, como si esa fuera la expiación de nuestros pecados al juzgar a este chico con la información que teníamos. "Bueno, todos pensamos lo mismo al leer aquello, es lo que nos dijeron, ¿qué íbamos a pensar?". Esta ha sido la constante reflexión que el público ha hecho.
El sentido común ha sido secuestrado, la rapidez de la información induce a juicios tan o más rápidos de la opinión pública.
Procesamos lo que nos llega con las misma velocidad que mascamos un chicle, ¿En que nos hemos convertido?. La presunción de inocencia a dado paso a la culpabilidad manifiesta y juicio público. Luego a las equivocaciones, al aquí no ha pasado nada y vamos a la siguiente portada. ¿Tan poco criterio nos queda ya?
En fin, cabe pensar un poco en todo lo que ha pasado y poner en cuarentena cualquier cosa que nos cuenten, nos digan o nos intenten hacer creer. Para eso tenemos criterio propio, que debe restar un poco de protagonismo al sentido común, para poder hacer una valoración muy personal de lo que sucede a nuestro alrededor y poder así asumir nuestros propios errores, sin tener que imputárselos a otros por habernos dado la información incorrecta, sesgada o manipulada.
Ahora todo esto acarreará un show mediático con sus correspondientes réditos económicos. La memoria de la niña quedará en los que compartían clase con ella, los de su padrastro emborronados para siempre por el calvario sufrido, y el carnaval que le espera, alimentado por el rencor que guardará por lo que se le ha hecho.
En fin, yo aprovecho este, mi medio para pedirle públicamente disculpas por haber caído en la tentación de juzgarle, dando credibilidad total a la información que leí y dejar que me golpeara el estómago con la repulsión que me generó. Todo eso mientras ese chaval estaba en la cárcel pensando que todo era una terrible pesadilla de la que despertaría pronto. Perdón Diego, espero que también tu tengas criterio para no juzgarnos a todos y puedas recuperar tu vida desde la comprensión, el perdón y la confianza en la humanidad que aún debe quedar en algún lugar de este mundo.
1 comentario:
Me parece una entrada maravillosa, muy bien expresada, comprensible y desde luego, a tener en cuenta. Al igual que tú, todos hemos juzgado algo que desconocíamos, y nadie sabemos pedir disculpas.
¡Enhorabuena por tu publicación!
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