lunes, 19 de octubre de 2009

Deseos y realidades

Anda circulando un libro llamado El Secreto, que en cierta forma y con una mentalidad muy Made in USA, hace que miremos un poco a nuestro interior como la mesa de un arquitecto que puede diseñar nuestro futuro.

De una forma o de otra, el libro plantea un encuentro con uno mismo, componiendo una búsqueda de aquello que creemos nos haría feliz.
Algun@s pensarán que estoy siendo demasiado "generoso" con el libro, buscándole algún atisbo espiritual a su contenido, pero ciertamente pienso que lo tiene.

Yo le he encontrado una primera utilidad, que por si misma, me vale el tiempo que he empleado en leerlo. Esa primera utilidad es la acción de pensar en lo que gustaría disfrutar, ya sea material, profesional o emocional, sustituyendo cualquier pensamiento "chungo" en el momento que pase por me cabeza. Esto me ahorra más de un cabreo auto-inducido por darle muchas vueltas a un problema. El planteamiento es tan fácil como decir ¿Para qué pensar en eso malo, pudiendo pensar en que voy conduciendo el coche que me encantaría tener? Pues algo así como sustituir un plato que no nos gusta, yendo directamente al postre.

Pues bien, eso debe funcionar porque, es obvio que no sabemos lo que queremos hasta que no somos capaces de imaginarlo, osea, es muy importante visualizar lo que quieres para poder desearlo y finalmente tenerlo.
Esto es muy fácil con las cosas materiales, con los sitios, los viajes, la carrera profesional, con muchas cosas, pero.....¿y con las personas?.

Todos guardamos en nuestro corazón el deseo más o menos visible de encontrar el amor, el anhelo de encontrar una persona especial con la que ir compartiendo la vida. Alguien al que amar, al que esperar, al observar cuando duerme. Alguien que te espera, que te desea y te piensa. Un plan conjunto para vidas distintas, un paseo de la mano con la vida como escenario.
El día a día y la ausencia de perspectivas de conocer a esa persona, nos hace cada vez más escépticos o en algunos casos más desesperados. Personas que vuelcan en un equívoco su deseo de haber acertado. La traición de las expectativas se ocupan de devolverles a la realidad, no por el fracaso de la otra persona, sino por el propio de no haber "transformado" el sueño, encarnándolo sobre cualquier espontane@ que crean que reúna las más elemental cualidad.


Sin embargo, hay veces en los que encontramos un perfil de persona que nos sorprende, personas, que más allá del preceptivo impacto visual, generado por lo que físicamente nos atrae, tienen un sinfín de sencillos trazos que componen un paisaje que nos emboba.
Hay personas por "ahí fuera" que compilan con acertado equilibrio, cualidades que me fascinan: serenidad, nobleza, una mirada limpia, una mano siempre tendida a dar ayuda o cualquier mínima atención, una sonrisa fresca. Una persona con aplomo,que exhala seguridad en si mismo, en sus gestos, en su mirada, pero que se derrite ante la gracia de un crío. Un sinfín de pequeños detalles que componen un trazo sencillo, de un dibujo bello.

Se que coche quiero, donde me gustaría vivir y como. A que me gustaría dedicarme, que hacer con mi tiempo libre, que comida me gusta, y ahora, casi creo saber ante que tipo de persona caería rendido, suspirando ante el simple hecho de planteármelo....pero, lo demás se como puedo conseguirlo, pero no soy capaz de poner cara a una persona así. No veo donde, ni como, ni cuando poder tener un "cruce" de vidas que permita acceder a eso que me ha fascinado, más allá de una persona concreta, a esas cualidades. Puedo imaginar el sentimiento, pero también las dudas, alguna inseguridad, y la sensación de "posible caducidad" curtidas tras años de soledad sentimental.

En fin, que tener claro lo que uno busca puede condenarnos a una soledad infinita. Un tren sin paradas, que busca un sitio al que llegar del que no se tiene certeza, tan siquiera de su existencia. Las personas tienen libre albedrío, y conformar un encuentro como el que soñamos es irremediablemente difícil, como lo es que nos encontremos con quien nos ha estado buscando.

Obtener lo que se desea puede ser la recompensa al esfuerzo, a la victoria tras el sacrificio. Desear cualquier cosa nos llevará a conseguirla, desear a las personas puede llevarnos a perdernos a nosotros mismos.

Llegados a este punto, lo que queda claro es que no se puede perder la esperanza, y pedir a Dios que tengamos la visión y entendederas suficientes, para saber reconocer a las personas y que también ellas, estén curadas de la miopía que nos produce nuestras rutinas y convencionalismos sociales y sepan reconocernos a nosotros. Mientras, seguir soñando, que es gratis, sano y una de las cualidades que han llevado a la especie donde está ahora mismo y en el futuro.

XOXOXOXOXO

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