
Lo de escribir en el blog se está convirtiendo en una costumbre de los sábados por la mañana. Yo que tanto tiro siempre contra las rutinas, me doy cuenta que tengo facilidad para caer en ellas, y por supuesto, quejarme luego, ¡ay que ver!.
Pero bueno, hoy es sábado y el tiempo no invita a mucho a salir a la calle, al menos en este rincón de la isla y a esta hora.
Me he sentado al frente de mi nuevo portátil mirándo por la ventana para ver que manda el cerebro a mis manos. Ningún tema en el cargador, irá surgiendo o no. Es la diferencia de poner el título al ´post´antes de empezarlo o al acabarlo. Hoy será al acabarlo, seguro.
¿La semana? anómala, ¡ah si muchacho, el apagón del jueves, a partir de ahora 26M, el alucinante apagón del pasado jueves 26M, donde un rayo devolvió a una isla como Tenerife al siglo XVIII. Este tipo de cosas son, cuanto menos, sorprendentes si tenemos en cuenta que vivimos en el año 2009. Somos tan dependientes de los sistemas electrónicos, como vulnerables a su fallo, y a pesar de ello, algo tan natural, previsible como pueden ser rayos en una tormenta, deja a una isla de casi un millón de habitantes, en el caos.
Estas cosas invitan a reflexionar, a pensar a cada uno de nosotros, que estamos haciendo mal individualmente. Lo fácil es cargar las culpas a otro, al clima, al rayo, pero rara vez nos responsabilizamos de nada, ni nos acordamos de estas incidencias, cuando el sistema nos pide que de una forma u otra nos impliquemos en las decisiones.
Podría parecer que me voy a meter en un berengenal político, pero sinceramente, aunque seguro podría lanzar argumentos, no me apetece nada hacerlo. Creo que la apatía general que reina en esta tierra me está venciendo, y de momento, sólo de momento, haré lo que todos, agacharé las orejas y esperaré tiempos mejores, da igual si llegan o no, mientras espera, el tiempo pasa y la vida con ella.
Pues desde esa apatía contestataria a este sistema tan bien diseñado por y para unos pocos, cabecillas electos por el rebaño más dócil que gobernante alguno pudiera desear, relataré cual fue la visión de aquel día desde mi pequeña tribuna pública que es este blog.
Quedarse encerrado en el ascensor horas, porque esa persona encerrada, desesperada y asustada no era un caso aislado de cualquier jueves a medio día, era una de las cientos de personas que en ese mismo instante de la vida, compartían esa desagradable situación. No había personal para atender todos los casos a una vez, y eso lleva a pensar a la profesionalidad, cuando no humanidad de los técnicos que tuvieron un día de infarto por solventar todas las incidencias, y acabar en el plazo más breve con la pesadilla en que muchos se vieron esa tarde.
Otros no pudieron sacar sus coches porque las puertas de los garajes se bloquearon, muchos llegaron tarde a sus puestos de trabajo. Supongo que en la desesperación del momento no tendrían idea de la dimensión del problema, y se agobiarían echando culpas cercanas a responsables conocidos por cada uno de ellos. Me pregunto, si hubiesen sabido que el problema era general, se hubiesen calmado un poco, apelando a la comprensión de jefes y compañeros ante una situación difícil y generalizada. ¿Tenemos capacidad para comprender eso en estas situaciones o esta sociedad cada vez más individualista, está axfixiando ese factor de comprensión necesario? . A juzgar por los humores que vi, casi más lo segundo, la gente esperaba consecuencias, se estresaba con los efectos, sin pensar que podría haber comprensión por las causas. Preocupantes actitudes que muestran a las claras en que nos estamos convirtiendo, en piezas individuales con rasgos humanos cada vez más diluidos.
En esas horas de esa tarde caótica, salieron todos los predicadores y agitadores de uno y otro signo a echar leña al fuego. Unos echaron las culpas a los ecologístas, por protestar contra la depredación de nuestra tierra e impedir el desarrollo de mega-infraestructuras que pudieran o pudiesen haber evitado el apagón. Curiosamente, esos que decían eso en radios públicas de las pocas que funcionaron, son los que callaron y otorgaron ante la instalación de las horribles torres colocadas por las autopistas tinerfeñas, solución a los problemas de transporte de energía en el sur de la isla y mejora inexcusable y necesaria. Vaya, un rayo, y todo al carajo.
Los criticado ecologístas dijeron en su momento de soterrar las líneas, una costosa solución que ahora, vaya por Dios, los que defendieron las torres, se plantean, exigen que se haga.
Dan ganas de mandarlos a todos a tomar .....viento, ese que impedirá según los entendidos, que el futuro (o no) puerto de Granadilla, sea inoperativo el 70% del tiempo. Viento que impide y que molesta, pero que no se rentabiliza para generar energía limpia, porque hicieron un concurso, donde los únicos concursantes eran los de siempre, repartiendose la pasta de los de siempre, los del rebaño.
En fin que no voy a seguir porque dije que no iba a caer, al menos intentaré ser coherente, aunque ya hubiese metido un pie. Debería existir un poco más de autocrítica, de diálogo, de participación en el diseño del entorno y la vida que queremos.
En día en el que la gente no era capaz ni de imaginar recibir un poco de comprensión por la situación sobrevenida, hablar de diáolgo, de participación es casi utópico. La electricidad de un rayo dejó sin electricidad a una isla. La falta de luz, sacó a la luz los problemas, profundos, y sin perspectivas de una sociedad que enferma mirándose al ombligo. Es lo que hay, al menos aquí, y todo por un rayo.
Saludos y buena semana