Las circunstancias de la vida obligan a que en algún momento tengamos que tomar un respiro y mirar a nuestro alrededor: un problema que nos ronda, una sensación que nos invade, una frustración que nos bloquea, una perspectiva que nos inquieta... ¿cuanto de todo eso es real y cuanto es una visión creada a través del cristal en el que se convierte nuestro estado de ánimo, nuestra actitud?
En estas semanas en las que precisamente los cristales de mi visor han estado oscurecidos y empañados por circunstancias, me he dado cuenta del cuan poderosa es nuestra mente y su importancia en conseguir aquello que llamamos felicidad. Cosas que uno pensaba que eran de una manera, con un pequeño cambio de ángulo, se convierten en algo prácticamente diferente. La seguridad y tranquilidad de ayer, de tiempos aún cercanos,hoy se convierten en temores e inseguridades que nos perturban y nos roban tiempo de disfrute. Igual fue una frase, una interpretación correcta, o tal vez errónea de un hecho. Cualquier cosa parece que tiene el poder de cambiarnos el cristal, de hacernos pasar de la felicidad a la desdicha, de la claridad a la confusión.
Mientras todo eso sucede, la vida sigue su curso, el tiempo corre, siempre en nuestra contra.
Hoy ha sido uno de esos extraños días en los que mi mente se ha tomado un día de relax. Me he concentrado justo en lo que estaba haciendo en el momento, en el minuto, en el segundo. En ese tiempo, no había cristales, sólo una percepción limpia de lo que me rodeaba, sin filtros ni condimentos pensados, realidad en directo. Ha resultado agradable encontrar un remanso en la tormenta, un lugar donde refugiarse cuando la ventana por la que miramos, oscurece la realidad que está detrás.
En estos días de la manida crisis, parece que una nube de pesimismo e incertidumbre va arraigando en la gente. La distorsión de la visión parece nutrirse de la escacez de buenas noticias, de ilusión, de perspectivas positivas, de esperanza. Tal vez ese sea el error, pensar que no hay en vez de pensar que puede haber.
Espero que en algún sitio explote un destello, un signo, una señal, un motivo que invite a la gente a creer, a tener fé, a volver a soñar, a proyectar. Nos hace mucha falta a todos, me hace mucha falta a mi. Hoy lo encontré donde menos lo esperaba y me ha ayudado en tanto me ha mostrado que en una gran mayoría de las veces, todo depende de la actitud con la que hacemos las cosas. Soy conciente que no siempre se tiene esa actitud, que a veces los acontecimientos nos arrastran y nos merman nuestra energía. Pero también queda la ilusión de pensar que podemos poner un stop, de relativizar lo que es y lo que no es importante, y que vivir tal vez es más sencillo de lo que parece.
Feliz año nuevo a todos. Esperanza, ilusión, luz....ACTITUD.
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