A pesar de los años que tengo, he caído en la cuenta que me estoy volviendo cada día más soñador. Tal vez sea por esos mismos años que ya cargo a mis espaldas, que he despertado una consciencia diferente de abordar las circunstancias, y tratando de ser práctico, hacer aquello que dice que, si tiene solución, para que preocuparse, y si no la tiene, pues para que seguir preocupándose.
Quede constancia, que aunque suene convincente, no siempre lo consigo, y hay muchas veces en que esos "rebujones" entran a saco en el día, y me ponen serio. Para luchar contra esos momentos, tiro del orgullo de nuestra especie, la herramienta más poderosa que Dios nos ha dado, que es gratis, y que usada con responsabilidad, y no como creadora de falsas expectativas, nos ayuda a vivir un poco nuestro propio mundo: soñar.
Soñar, crearse en la cabeza la imagen de aquello que nos hace o mejor aún, nos haría felices. Soñar es diseñar lo que queremos traer a nuestra vida, y que creo firmemente, funciona para hacerlo. Soñar, en el más simplón de sus usos, sirve para sustituir un pensamiento de esos molestos, por otro que incluso nos regale un cosquilleo en el estómago. Soñar es vivir, vivir es soñar.
Pues después de tanto sueño, hay veces que la realidad supera lo soñado y prueba que la vida es capaz de darnos más de lo que pudiéramos imaginar. Saber disfrutar ese momento, agradecerlo y conservarlo, nos permite ser felices. Yo entiendo que la felicidad no es un estado en el que se esté las 24 horas del día, más pienso, que con una parte del día en el que uno se sienta feliz, da para arreglar el resto, como una pequeña bombilla en la esquina de una estancia que da luz donde pudiera haber sombras.
Después de toda una semana de duro trabajo, de rutina, obligaciones y vida mecanizada, tenía la ilusión de salir de fiesta este sábado. Cuando me contaron a donde íbamos, se me hizo una idea de lo que me gustaría encontrarme, de poder sacar esos momentos felices para vivir de ellos toda la semana siguiente. La realidad, en este caso, superó lo que pude imaginarme, de ahí este post y que hoy me haya levantado tan feliz por lo vivido en una tarde/noche realmente inolvidable.
La vida es bella, muchas veces dura, pero finalmente bella. Hay momentos que valen días y días que valen la pena, sólo por un momento. Así es y así debemos asumirlo, nos ayudará a ser un poco más felices, que tiempo de problemas y tribulaciones siempre hay, pero bueno, en un arranque de super positividad ¿Como podríamos apreciar tanto lo dulce si no conociéramos la amargura?
Buena semana a tod@s
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