Hace unos días, una amiga recordaba con nostalgia la felicidad pasada. Un tiempo mejor donde básicamente tenía lo mismo que ahora, pero que sin embargo, ahora no le da la felicidad de antes, esa que recuerda.
Visto desde mi punto de vista de expectador, la única diferencia es la irrupción en su mundo de una persona que ha acaparado sus sentimientos, su pensamiento y su tiempo.Lo cotidiano se ve por el filtro de los sentimientos, y lo que antes tenía importancia, ahora está sepultado por otros pensamientos generados por la relación humana que mantiene.
Creo que todos hemos pasado por eso alguna vez, y seguramente, en más de una ocasión, lo que me ha llevado a reflexionar sobre ello.
Nuestra vida se va construyendo cada día, llenándose de cosas que van conformando nuestro carácter, nuestra personalidad. El tiempo nos enseña lo que nos gusta y lo que no, lo que nos es placentero y lo que detestamos. Vamos rodeándonos de las cosas que nos gustan, nos hacemos entornos agradables. Todo ese esfuerzo en ser feliz, salvando los problemas cotidianos, es lo que nos lleva hacia adelante, en busca de la felicidad.
Cuando aparece una persona en nuestras vidas, parece que se trastoca todo un poco y para alguno, un mucho, tal vez, un demasiado. El enamoramiento, amor o como se quiera llamar, parece llegar como un vendaval que arrasa con nuestro mundo, ese que tan metódicamente y un día antes, nos daba más o menos satisfacción.
Yo, que me encanta pensarlo todo, me divierte, me entretiene y me sirve dilucidar y usar la materia gris, creo que damos mucha importancia a la relación con las personas. No digo que las personas no sean importantes, lejos de eso, pienso que son muy importantes, pero......muchas veces, son meras circunstancias en nuestras vidas.
Centrar toda la ilusión en una relación es caer casi en la dependencia emocional. Las personas aparecen casi por donde mismo se van luego y nos quedamos solos en nuestras vidas; ¿Que significa eso? pues que lo único importante es ser nosotros mismos, lo que somos, lo que nos gusta, lo que hemos creado para ser felices. Las personas vienen y van o se quedan, pero son personas, con las que podemos compartirlo todo, sin depender de ellas, un complemento más o menos ideal, para un momento o un periodo corto o infinito. Pero sólo son circunstanciales, momentaneas.
Cabe ponerse a reflexionar cuanto de nosotros mismos cedemos para mantener una relación con otra persona. Cuanta flexibilidad exigimos a nuestra vida, para dar cabida a la de otra persona, cuanta elasticidad se necesita para volver a nuestro lugar cuando esa persona deja de tener protagonismo.
A veces pienso que pienso demasiado, y que no se puede calcular todo en la vida, pero, mirado en segunda vuelta, es lo que mejor que se hacer y lo que me lanza siempre hacia adelante. Creo que la mejor forma de llenar los vacíos de las ruputuras es no dejar que se produzcan; Que la irrupción de una persona en nuestra vida nunca suponga el arrimarlo todo para hacerle sitio, para nada eso, hay que crear un espacio nuevo, diseñado para la situación, sin renuncias, sin perder personalidad, ni costumbres ni cualquier elemento que nos identifique como personas.
Conclusión: hay que centrarse en uno mismo, en quererse, en procurarse la felicidad con situaciones, ocupaciones y todo lo necesario para satisfacer nuestra necesidad. Es una labor de hormiga, un trabajo a veces duro, pero siempre satisfactorio.
¿Las relaciones sentimentales? meros complementos, acompañantes de viaje con lo que se abren capítulos nuevos, con sus cosas y sus historias, pero sólo capítulos que empiezan, que acaban, que perduran, que se recuerdan, que se olvida, pero que son sólo capítulos, circunsancias reflejadas en el LIBRO de nuestra vida, lo único que realmente importa, nosotros y nuestra vida.
Saludos a todos y feliz semana.
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4 comentarios:
Hi! Por fin se me abre la ventana. Mira que lo llevo intentando desde hace tiempo, y nada, no había manera. Ahora ya "no vale". Ya es tarde para isertar aquí lo que se me ocurrió el día que intenté abrir la ventana, y atorada ella, no se dejó. Los pensamientos, las reflexiones, tienen la validez del momento. Son efímeros, a pesar de que podemos hacer que perduren marcándolos sobre el papel. Creo que lo que quería decir aquel día era que lo que verdaderamente da sentido a nuestra existencia son los demás. Creo que el hombre, a solas, deja de serlo. Lo que nos define es nuestra relación con los demás. Pero eso no implica que tengamos que depender de los demás. Coincido contigo en eso. Es fundamental aprender a vivir en soledad, es necesario, forma parte de la estrategia que debemos elaborar para sobrevivir, y para llegar a conocernos a nosotros mismos. Pero sin los demás, ¿qué sentido tiene que estemos nosotros aquí? Creo que era la profesora de Fama la que decía al comienzo de la película que había dos cosas que hacían que la vida mereciera la pena, y eran amar y trabajar. Está claro que es un mensaje norteamericano (los canadienses y mexicanos no cuentan)... Por lo de trabajar, digo. (Es la segunda vez que termino hablando del sentido de la vida). No anda mal encaminada Lydia. Si no amamos y si no trabajamos, ¿en qué coño estamos perdiendo el tiempo? Cuando amamos,¿cuánto debemos llegar a ceder? ¿Dónde está el límite? No hay límite. En eso consiste amar. El auténtico significado del amor es la ausencia de agoismo. Eso tan machacado de dar sin esperar nada a cambio. Pues se trata de eso. Algo tan complicado como eso. Así de simple.
Sveinbjorn
Amar sin límite es utópico, siempre hay límite y lo marcan los finales,ni el amor es eterno, al menos ese al que me refiero yo, que es el de pareja. Amar a los demás, a los amigos, a Dios, eso puede que no tenga límites. Yo me refiero al amor de pareja, ese si que se acaba, y cuando lo hace, que queda?. Pues queda un páramo si jugaste todo a una sola carta, si pusiste tu fe, tu esperanza y tu ilusión en ella. Pero, si diste a la relación la importancia relativa a la que yo me refiero, después del amor, sigue la vida, la propia, nuestro mundo, con una página más, pero con otras muchas por delante, y un buena estructura que las sujeta todas, las pone en orden y le da sentido.
Bueeeeeno, vale. Estoy de acuerdo. El precio que hay que pagar por enamorarse a veces resulta demasiado alto. Pero, ¿qué podemos hacer? ¿Enamorarnos sólo un poco? ¿Enamorarnos y no separar los pies del suelo? Lamentablemente, si nos enamoramos terminamos perdiendo el norte, el control, sufriendo un montón, y al final, como tú bien dices, un páramo. Hasta aquí yo creo que lo que toca es esto, jugársela. Pero, ¿y después?. Qué chungo, ¿verdad?. Yo creo (modestamente) que lo que habría que hacer es desdramatizar por completo las rupturas. El desenamoramiento es un capítulo más que nos conduce de nuevo a vivir nuevas experiencias. En absoluto es el final, todo lo contrario. Se trata, nada más y nada menos, que del comienzo de todo lo que nos queda por vivir. En esto creo que estamos de acuerdo. O igual no...
Por cierto, me ha gustado mucho la reflexión.
Sveinbjorn, xx
Pues si, después de darle unas cuantas vueltas, estamos de acuerdo en eso. Cuando de relaciones se trata, los finales son el pórtico a nuevos comienzos, y no se muy bien con que energía, los cambios se extienden a ámbitos de nuestra vida que ni siquiera tenían que ver con la relación, como si el deseo de salir pronto del mal rollo, nos invitara a cambios más profundos, a revisiones, a mejoras.
Cierro diciendo aquello de TODO LO QUE SUCEDE CONVIENE.
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