lunes, 2 de febrero de 2009

Edad y otras mentiras


Hace unos días me han llamado "madurito" y tal fue mi shock que no tuve capacidad de responder. Tal vez no es que no tuviera capacidad de responder, sino que no había nada que responder.

Hay cosas de las cuales  sólo podemos apreciar su verdadera dimensión cuando nos alejamos de ellas, cosas que no se ven desde dentro, sino desde fuera. Puede que nuestra vida sea igual, una realidad vista desde dentro, muy personal y presta al ritmo de las emociones diarias. Otra visión externa, sin apreciaciones propias, más objetiva, esa de un expectador distante que dice lo que cree ver.

Madurito, eso parezco, eso soy. En estos días me he dedicado a regocijarme en todas las cosas que siempre quise hacer y que ya he hecho: aquel concierto, aquella isla, un paseo por esa ciudad, aquel que siempre me gustó.... pero después de tanta autosatisfacción, pensé: ¿y ahora?. Pues ahora el reto es acabar con la pausa y volver a mirar al frente, poner otra zanahoria al burro de mi vida, para que siga, para que cada día marque un nuevo logro.

El tiempo pasa y me he vuelto un obseso de él. Cada día nuevo es un día menos, tan duro y crudo como eso; Cada cada día perdido pensando que hacer es un día menos que tenemos para hacerlo, y lo que es peor, disfrutarlo. 

Bueno, pues supongo que llega el momento de asumir lo que hay, que me acerco a los 40 donde dice habrá otra crisis. ¿Otra crisis, pero es que no se va a acabar nunca o qué? esa dichosa palabra parece haber llegado para quedarse, en cualquier ámbito parece tener cabida. 

Parece llegar la hora de cambiar un poco la programación y adaptarla a esa realidad nueva, ya visible desde el exterior y tal vez no tanto desde el interior. No es que piense que  se pierda espíritu, sino que requiere una adaptación a las circunstancias, y seguir disfrutando de la vida, sin retrovisores a la nostalgia y con carretera frente a un futuro tan incierto como emocionante.

Nunca he sido tendente a ocultar la edad que tengo, pero reconozco que soy de los pocos que no lo hacen. Parece una parte del marketing personal el quitarse unos años, y lo más importante, esquivar al ojo inquisitivo haciendo que esos años se disimulen bien. Cuanto esfuerzo fútil, el tiempo es implacable.

Pues con una dosis de realidad ante el espejo, a seguir, disfrutando de cada etapa como si fuera la última, porqué, realmente LO ES.

A buscar ilusiones para seguir, siempre seguir.

Abrazos, besos y cosas



No hay comentarios: